La noche devora el mundo
¿Te imaginas levantarte un día y que todos a tu alrededor sean muertos vivientes? pues eso es lo que le pasa al protagonista de esa película titulada La noche devora el mundo.
Una noche Sam va a recoger unas cosas que se dejó en casa de su exnovia y aunque le había avisado ella está dando una fiesta en su casa. Como Sam se agobia y ella está más pendiente de la fiesta que de devolverle sus cosas, se mete en uno de los cuartos de la casa y se queda dormido.
A la mañana siguiente cuando se despierta y sale del cuarto se encuentra con las paredes llenas de sangre y todo destrozaddo sin saber lo que ha pasado, que digo yo que ya tiene que tener un sueño muy profundo para ho haber escuchado nada.
Pero lo peor es que cuando va a salir del piso se encuentra con unos muertos vivientes, y cuando mira por la ventana ve a otros zombis pero tampoco demasiados, aunque aún así no es buena idea salir a la calle, es mejor quedarse en casita.
Así que a Sam no le queda otra que organizarse para seguir viviendo, para ello baja hasta la portería y se hace con las llaves de todas las viviendas, para entrar en los pisos y saber si hay algún otro superviviente, conseguir comida y cosas que le puedan ayudar a llevar mejor la soledad y protegerse de los zombis.
Estos zombis de la película no emiten ningún sonido, pueden correr y se sienten atraído por el ruido.
De momento Sam consigue mantenerlos fuera del edificio, tiene comida para alimentarse pero a medida que pasan los días lleva peor la soledad.
No es la típica película de zombis, esta tiene poco diálogo y se basa en ver cómo va llevando el protagonista la situación de estar solo sin poder salir y sin saber si hay algún otro superviviente.
Y llega el turno de mi opinión personal: la película se me hizo aburrida y larga, además hay muchas situaciones del protagonista que no entiendo como ponerse a hacer ruido sabiendo que eso llama la atención de los zombis o que cuando se despierta y descubre que todos se han convertido en zombis no se le ve muy sorprendido ni muy afectado, como si fuese lo más normal del mundo.
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