Cita de Tonike en 26 julio, 2019, 07:02

La saga del brujo Geralt, conocida como The Witcher, ahora mismo está en boca de todos por la serie nueva que va a estrenar Netflix en breve. Pero os vamos a mostrar sus inicios, que no son sus videojuegos ni mucho menos, empieza con los libros de Andrzej Sapkowski.

Antes de meterme más a fondo a hablar de Witcher, debo anunciar que siempre había restringido bastante mi inmersión en nuevos mundos de fantasía épica. Tal vez porque las dos sagas que ya había leído en mi adolescencia resultaron tan cautivadoras, que no me arriesgaba a perder ese buen sabor de boca. Una de ellas fue, como no podía ser de otro modo, la de "El Señor de los Anillos", del maestro J.R.R. Tolkien; mientras que la otra fueron las Crónicas de la Dragonlance, de Margaret Weis y Tracy Hickman.

Que me aventurara pues, después de tantos años sin tocar la fantasía, a estos libros concretamente, quedó influido en su momento por el lanzamiento del videojuego "The witcher 3". Así comencé su leída, a modo de proemio antes de embarcarme en el disfrute de dicho juego, sin llegar a imaginar que su lectura me atraparía desde los primeros compases.

Geralt es uno de los pocos brujos que quedan, una profesión peligrosa que se dedica a exterminar monstruos, siempre por un precio convenido previamente. Y es que este personaje, más allá del caballero andante o paladín de otras narraciones, es un mercenario que hace su trabajo por dinero. Su apariencia tan característica, no sólo es albino sino que sus ojos son de felino, le han valido el sobrenombre de “el Lobo Blanco”.

Durante las dos primeras novelas, “El último deseo” y “La espada del destino”, es una buena presentación de algunos de los personajes principales, del mundo, y de las circunstancias que envuelven a este mutante, como algunos lo llaman, y la dureza con la que le entrenaron desde niño para convertirse en una máquina de matar.

Pero es a partir de la tercera novela, “La sangre de los elfos”, cuando comienza la enjundia, desarrollándose las semillas que ya se plantaron en las dos novelas anteriores… Es muy difícil intentar explicar parte, o incluso el comienzo, de esta trama que envolverá los países del norte en una guerra, sin destripar parte de su contenido, por lo que prefiero que sea el lector quien descubra por sí mismo todo lo relativo al arco argumental.

En cuanto comencé su lectura, me agradó la riqueza de vocabulario y los diferentes registros de los personajes (no es lo mismo cuando habla un erudito, que cuando lo hace un campesino, o un rey). Pero esa buena impresión, en ocasiones, no está exenta de dificultad en la lectura, cuando hay varios capítulos encadenados donde los vulgarismos priman sobre lo demás (“¿Su sos dais cuenta de lo cualo decís?”). Afortunadamente, los personajes principales, como Geralt, Yennefer, Ciri, Jaskier, y otros, utilizan un registro lingüístico estandarizado, relegando las florituras al narrador.

En conclusión, son siete libros (ocho, teniendo en cuenta que el último tuvo que dividirlo en dos, pues son aproximadamente quinientas páginas), cuya adictiva lectura te deja en vilo, y en más de una ocasión no podréis parar de leer. Muy recomendado a quien le guste la fantasía épica, y casi imprescindible si sois de aquellos que quieren embarcarse en la serie de Netflix o el videojuego de Red Projekt, y coger al vuelo las referencias que se hagan en él. O tal vez prefieras ver primero la serie, luego leer el libro y juzgar si la serie esta a la altura. Todo queda a gusto de nuestros lectores.

 

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