En la serie No sabéis quién soy todas las pruebas de un crimen apuntan a un sospechoso, el arma estaba en su casa, había rastros sangre de la víctima en sus uñas… pero él tiene su propia versión de la historia.
La serie comienza cuando está llegando a su fase final el juicio en el que Hero, un joven que se dedicaba a vender coches y le encantaba su trabajo, está acusado del asesinato de un traficante de drogas llamado Jamil Issa.
La acusación ha presentado todas las pruebas que hay en su contra: la pistola con la que le mataron estaba en su casa, hay restos de pólvora en su ropa, su móvil le sitúa en la escena del crimen, hay rastros de sangre de la víctima bajo sus uñas…
Durante el juicio Hero ha permanecido en silencio hasta ahora que ha despedido a su abogada para ser él quien haga su alegado final y así dar su versión de la historia y contarnos todo lo que pasó.
Aunque sabe que por las pruebas y el modo en el que la acusación las ha presentado seguramente harán que acabe siendo declarado culpable por el jurado, Hero asegura que es inocente, que no fue él la persona que disparó a Jamil y por eso quiere contarnos su historia.
Todo lo que ocurrió tiene que ver con su novia Kyra con la que llevaba dos años saliendo. A partir de ahí nos va contando cómo se conocieron, lo que ocurrió y cómo se fue complicando todo cada vez más y tomó algunas decisiones que quizás no fueron las más acertadas.
La serie No sabéis quién soy, que por cierto la tienes en Netflix, tiene solo 4 episodios de unos 50 minutos cada uno y es todo el rato con el alegato final de Hero en el que nos está contando todo lo que pasó.
Hay momentos en los que no puedes evitar pensar: «Si haces eso lo estás complicando aún más» o «Si eso lo hacéis desde el principio habría sido todo más sencillo» y cosas de esas que se ven muy claras desde el sofá de casa.