Esta es una de esas películas en la que la protagonista te da ternura y te llega al corazón. Se titula Sospecha y está protagonizada por una solitaria anciana de unos ochenta años y un joven que decide robarle.
Desde el comienzo no puedes evitar sentir pena por Kvìta Galová, una anciana que es muy buena persona y se siente sola.
Su marido y su hija murieron así que como no tiene a nadie para mantenerse entretenida va siempre a misa y dos veces por semana le prepara la comida y le arregla la casa al párroco del pueblo.
Pero ahora tras 15 años van a trasladar de parroquia al párroco y el que llega nuevo es más joven y ya no quiere sus servicios.
Un día se le acerca un joven actor llamado Daniel Baxa que está esperando los resultados de una audición y tiene problemas económicos. Daniel miente a la anciana y le dice que es Jeník Sekora, un familiar lejano del que ella se acuerda vagamente y que hace años que no ve porque se fue a Estados Unidos a estudiar.
Como Kvìta está sola y es muy confiada pues no sospecha nada y tras tomar un café en la cafetería le acaba invitando a comer a su casa, que es un bajo con rejas en todas las ventanas y una buena puerta que siempre cierra con llave en cuanto entra en casa.
Una vez dentro siguen charlando y todo va bien hasta que él comete un error que hace que Kvìta descubra que ese joven no es Jeník, pero ya es demasiado tarde.
El plan de Daniel era ganarse la confianza de la anciana y robarle el dinero, joyas y cosas fáciles de vender. Pero a Kvìta no le sienta nada bien que la haya engañado y decide que Daniel no se irá de allí con sus cosas.
Además en varios momentos vemos unos flashbacks de Daniel con su madre y su padrastro y veremos cómo consiguió la información que le llevó hasta Kvìta para robarle.
Todo esto lo iremos viendo en la película Sospecha que a pesar de que no es el tipo de películas que suelo ver, desde el principio me atrapó el personaje de la anciana lo que hizo que no pudiera dejar de verla, aunque el final no me acabó de gustar del todo.