¿Qué os pensabais, que me había equivocado y había repetido el título de la entrada anterior? NOPE. Se trata de una película igualmente titulada Drácula, rodada con el mismo guión y en los mismos escenarios (y al mismo tiempo) que el Drácula de Tod Browning; pero con otros actores y en español. Rarezas del mundo viejuno. Como dicen algunos anglófonos: el pasado es otro país y allí hacen las cosas de otra manera.
Al turrón.
Drácula (1931)
Dirigida por George Melford y protagonizada por Carlos Villarías como el conde Drácula.
Como no se trata más que de la versión en español del Drácula de Browning, el argumento, personajes y la mayoría de escenas son exactamente iguales a las de aquella película. Así que os invito a que leáis primero el post correspondiente (si todavía no lo habéis hecho), ya que aquí tan sólo voy a comentar las diferencias entre ambas películas. Algunas benefician ésta, otras la perjudican (gravemente).
Empecemos por lo bueno. Esta versión tiene más efectos de sonido, mejor iluminación y me parece que algunos ángulos de cámara consiguen mejor efecto que en la dirigida por Browning. Hay quien dice que esto la hace técnicamente superior. Yo no entiendo de cine, pero os puedo decir que resulta más agradable de mirar.
Esta versión tiene unos 20 minutos más de metraje y en general hace buen uso de ello. El final es menos atropellado y se explican más cosas. La otra versión puede ser difícil de seguir si no has leído la novela en la que se basa la historia, las transiciones entre escenarios pueden ser muy bruscas. En esta versión en cambio hay más exposición, facilitando las transiciones. También se le da más tiempo de pantalla a Renfield que se convierte, para mi gusto, en el personaje más interesante de la película.
Un último detalle en el que esta versión destaca es que es más erótica. Siempre dentro del buen gusto, por supuesto, pero recordemos que el mito del vampiro moderno es fundamentalmente erótico. Ya el Drácula de Bram Stoker iba sobre todo de chupar, pegar muerdos, empalar y relaciones de dominación/sumisión. En serio, leed la novela.
Lo malo. Un detalle que me estuvo molestando durante toda la película. Los actores hablan en español, sí, pero con diferentes acentos. Los hay que hablan en español de España y otros en español de América (creo que reconocí el acento mejicano, y quizá también argentino; puede que hubiera más). El problema que tengo con esto no es que no entienda lo que se dice, se les entiende perfectamente a todos, sino que hace que me cueste alcanzar la suspensión de la incredulidad. Si la mayoría de personajes provienen del mismo lugar (Londres), ¿por qué hablan con acentos diferentes? Es una tontería, sí, pero si no lo digo reviento.
Lo peor. Carlos Villarías y Eduardo Arozamena no consiguen que sus personajes (Drácula y Van Helsing respectivamente) me resulten tan interesantes – ni de lejos – como cuando son interpretados por Lugosi y Van Sloan. Las versiones de esos personajes en esta película no son más que pálidas sombras comparados con las de aquella, y eso es lo que hunde esta película. El único que se salva es Pablo Álvarez Rubio interpretando a Renfield, pero creo que es porque sobreactuar cuando se interpreta a un loco no es algo que quede fuera de lugar.
«Entonces, Jorgemán sapientísimo, ¿nos recomiendas la película?» – os estaréis preguntando en este momento. La respuesta es… sólo si tenéis mucha curiosidad. Yo incluso me aburrí en algunos momentos. Le daría un 6 sobre 10.