La película Muerte de un hijo está basada en una historia real y en ella seguimos a una madre que no se detendrá hasta llevar ante la justicia al que considera el responsable de la muerte de su hijo.
Pauline y Ray Williams llevan una vida tranquila y feliz junto a sus dos hijos, John de 19 años y el mayor que se llama Paul y ya no vive con ellos porque tiene su propia casa y se va a casar.
La tragedia llega a la familia el 2 de septiembre de 1982 cuando la policía les comunica la muerte de John.
Lo que ocurrió fue que un traficante llamado Gary Austin invitó a la primera dosis de droga a John. Esto lo hacía habitualmente Gary para captar a clientes. Fue el mismo Gary Austin el que le inyectó Palfium, una droga que nos cuentan que contiene heroína y morfina y se usa habitualmente como analgésico para enfermos terminales.
A John no le sentó nada bien la droga y tras tenerlo unas cuatro horas en el piso al final lo dejaron en la calle y llamaron a una ambulancia de forma anónima, pero John acabó muriendo.
La policía investiga el caso pero no acusan a nadie por lo ocurrido porque dicen que los niveles de Palfium no eran suficientes para una sobredosis y que la causa de la muerte fue un edema pulmonar agudo.
Pauline no se queda satisfecha con esta decisión y la vamos siguiendo en la mayor parte de la película mientras va buscando información en la biblioteca, lee un libro tras otro sobre drogas y leyes, revisa una y otra vez todos los informes que hay del caso de su hijo (las declaraciones, el informe de la autopsia..) y escribe numerosas cartas para que acusen a Gary Austin del homicidio de su hijo.
Pero por más que insiste el fiscal se niega a acusar a nadie por lo sucedido. Aunque hasta su marido Ray le dice que esto la está consumiendo y debería abandonar, Pauline no piensa rendirse y busca la manera de conseguir que Gary Austin se enfrente al juicio por matar a su hijo.