El protagonista de esta comedia francesa, De un día para otro, está tan acostumbrado a que todo le vaya tan mal, que le resulta complicado procesar que de repente las cosas le vayan bien.

El lunes la vida del banquero François Berthier sigue tan mal como siempre: su cafetera explota cada vez que intenta hacer café, el perro del vecino no para de ladrar, su postre favorito siempre se acaba antes de que le llegue su turno en la cola, en el trabajo el único que le presta atención es su jefe y solo para echarle la bronca por la pérdida de varios de sus clientes….

Además François se está divorciando aunque sigue enamorado de su mujer, pero ella le dejó para irse con otro que es jefe de obra en la construcción y es más joven y guapo que él.

Pero llega el martes y su vida va cada vez mejor, la cafetera no explota, su jefe le asciende, su mujer Caroline parece fijarse de nuevo en él… le va tan bien que le cuesta asimilarlo.

François al principio está contento con el cambio pero aún así no es capaz de aceptar las cosas buenas que le están pasando y se obsesiona con encontrar el motivo por el que ese martes su vida dio un giro radical a mejor. Y esto le impide ser feliz, aunque parezca mentira era más feliz cuando las cosas le iban mal.

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